Saltos de la Damajagua

Saltos de la Damajagua

Cómo se cree que vivían los indígenas taínos cerca de las cascadas de Damajagua en Puerto Plata

taina recogiendo agua en cascadas de damajagua

El cascadas de damajagua son un conjunto de 27 saltos de agua que forman parte del Parque Nacional Isabel de Torres, en la provincia de Puerto Plata, República Dominicana. Este lugar es uno de los atractivos turísticos más visitados de la zona, debido a su belleza natural y su valor histórico y cultural.

Se cree que los indígenas taínos, habitantes ancestrales de las islas del Caribe, vivieron cerca de estas cascadas hace más de 500 años, antes de la llegada de los europeos. Los taínos fueron un pueblo procedente de América del Sur, más concretamente de la desembocadura del río Orinoco, que se extendió por las Antillas Mayores y el norte de las Antillas Menores.

La organización social y política de los taínos

Los taínos vivían en grandes comunidades llamadas yucayeques, que estaban gobernadas por un cacique, el jefe supremo de la tribu. El jefe era el encargado de proteger a la comunidad en caso de guerra, administrar justicia y dirigir ceremonias religiosas. El cacique vivía en una casa rectangular llamada caney, donde también residía su familia.

Los taínos tenían cuatro clases sociales: los naborías, que eran la clase baja formada por cazadores, aldeanos, pescadores y agricultores que realizaban los trabajos más pesados; los bohiques, que eran los sacerdotes o curanderos que representaban la religiosidad; los nitaínos, que eran la clase noble y que eran parientes de los jefes, guerreros y artesanos; y los caciques, que procedían de los nitaínos y que eran los líderes de los yucayeques.

La economía y la cultura de los taínos.

tainos en república dominicana

Los taínos se dedicaban principalmente a la agricultura, la caza y la pesca. Cultivaban yuca, maíz, camote, frijol, calabaza, piña, guayaba y otras frutas. Elaboraban yuca a partir de la yuca, que era la base de su dieta. También criaron animales como perros, iguanas, guacamayas y loros. Para pescar utilizaban redes, anzuelos, arpones y balsas de madera.

Los taínos elaboraban cerámica de barro, como ollas, tinajas, vasijas y otros utensilios caseros. También tallaban madera, hueso, piedra y coral para elaborar objetos decorativos y religiosos, como los cemíes, que eran figuras que representaban a sus dioses o espíritus. Los taínos decoraban sus cuerpos con pinturas, plumas, collares, aretes y otros complementos. Hacían juegos y bailes como el areíto, que era una fiesta con música, canto y baile.

La religión y cosmovisión de los taínos.

religión taína

Los taínos eran politeístas, es decir, creían en varios dioses o seres sobrenaturales. El dios principal era Yocajú Bagua Maorocotí o Yokiyú, que era el dios del bien, el creador del mundo y el padre de los demás dioses. La diosa más importante era Atabex, que era la diosa de la luna, la madre de los dioses y protectora de las mujeres. Otros dioses eran Guabancex, la diosa del viento y las tormentas; Juracán, el dios de los huracanes; Boinayel, el dios de la lluvia; y Marohu, el dios del sol y la sequía.

Los taínos creían que el mundo estaba dividido en tres partes: el cielo, la tierra y el inframundo. El cielo era el lugar donde vivían los dioses y los espíritus de los antepasados. La tierra era el lugar donde vivían los humanos y los animales. El inframundo era el lugar donde residían los espíritus malignos y las almas de los muertos.

La relación de los taínos con las cascadas de Damajagua

taínos en cascadas

Los taínos tenían una estrecha relación con las cascadas de Damajagua, a las que consideraban un lugar sagrado y mágico. Las cascadas eran fuente de agua dulce, alimento y entretenimiento para los taínos, quienes las utilizaban para pescar, bañarse y jugar. Los taínos creían que las cascadas eran el hogar de algunos cemíes, como el dios de la lluvia Boinayel, quien les enviaba agua para regar sus cultivos y llenar sus tinajas. También creían que las cascadas eran el lugar donde se comunicaban con los dioses y espíritus, a través de ofrendas, rituales y peticiones.

Los taínos admiraban la belleza y fuerza de las cascadas, que reflejaban la armonía y el equilibrio de la naturaleza. Las cascadas eran símbolo de vida, fertilidad y abundancia para los taínos, quienes las respetaban y cuidaban como parte de su cultura e identidad.

La leyenda de las cascadas de Damajagua

Damajagua

Hace mucho tiempo, cuando los taínos vivían en armonía con la naturaleza, había un joven llamado Damajagua, que era hijo del jefe de su yucayeque. Damajagua Era valiente, generoso y curioso, y le gustaba explorar los bosques y ríos de su tierra.

Un día, Damajagua se aventuró más lejos de lo habitual y llegó a un lugar donde el río se partía en varios brazos, formando hermosas cascadas y pozas de agua cristalina.

damajagua indígena

Damajagua Quedó maravillado con el paisaje y decidió bañarse en una de las pozas. Mientras se sumergía en el agua, sintió una presencia a su lado. Era una joven de piel morena, cabello negro y ojos verdes, quien lo miró con una sonrisa. Damajagua se enamoró enseguida de la muchacha, quien se presentó como Yara, la hija de Boinayel, el dios de la lluvia.

Yara le dijo Damajagua que ella también se había enamorado de él y que quería estar con él para siempre. Pero ella le advirtió que su padre no estaría de acuerdo con su amor, porque era muy celoso y no quería que su hija se mezclara con los mortales. Damajagua le dijo a Yara que no le importaba el enojo de su padre y que estaba dispuesto a enfrentarlo por ella. Yara le agradeció su valentía y le dijo que se encontrarían al día siguiente en el mismo lugar.

Damajagua Regresó a su yucayeque, pero no podía dormir ni comer, pensando sólo en Yara. Al día siguiente, se levantó temprano y corrió hacia las cascadas, donde la encontró esperándolo.

Se abrazaron, besaron y se juraron amor eterno. Pero su felicidad duró poco, porque el cielo se oscureció y se escuchó un trueno. Era Boinayel, que había descubierto el romance de su hija y estaba furioso.

damajagua y yara

Boinayel bajó de las nubes y se acercó Damajagua, diciéndole que lo iba a castigar por atreverse a tocar a su hija. Damajagua no se dejó intimidar y le dijo que amaba a Yara y que nada ni nadie los separaría. Boinayel se enojó más y le lanzó un rayo a Damajagua, pero Yara intervino y recibió el impacto. Damajagua gritó de dolor y abrazó a Yara, quien agonizaba en sus brazos. Yara le dijo a Damajagua que no llorara por ella y que siempre lo recordaría. Luego, cerró los ojos y murió.

Damajagua no pudo soportar la pérdida de su amada y decidió seguir su suerte. Tomó el cuerpo de Yara y se arrojó al vacío, cayendo por una de las cascadas. Boinayel, al ver lo que había hecho, se arrepintió de su enojo y lloró amargamente.

Sus lágrimas se convirtieron en más agua, lo que aumentó el caudal del río y formó más cascadas. Boinayel quiso honrar la memoria de su hija y su amante, y los convirtió en dos cemíes, que fueron tallados en las rocas de las cascadas. Desde entonces, los taínos llamaron a ese lugar Damajagua, en honor al joven que dio su vida por amor.

Boinayel

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